Acuña, las regiones y las elecciones

Carlos E. Paredes

1. La semana pasada diversas encuestadoras anunciaron que César Acuña había superado a Alan García en la intención de voto. La sorpresa causada por este resultado es tal vez lo que más sorprende, pues Acuña ya ha vencido al APRA en tres oportunidades y su partido, Alianza Para el Progreso, obtuvo el mayor número de autoridades municipales y regionales en las elecciones de octubre pasado. Acuña no es un “outsider” propiamente dicho, aunque para muchos limeños pareciera que sí lo es.

 

2. Al margen de las expectativas que puede generar Acuña y los problemas que viene afrontando García, este resultado muestra el creciente rol que tienen los movimientos regionales en la política peruana. Estos últimos están ocupando el espacio dejado por los partidos políticos nacionales, cuya presencia justamente a nivel nacional se ha ido debilitando (con la notoria excepción del fujimorismo). Sin duda, la contienda electoral recién empieza y es muy probable que la intención de voto fluctúe en los siguientes meses. Pero no por eso podemos dejar de lado el rol que tendrán los líderes regionales y la problemática regional en las siguientes elecciones generales.

 

3. En Lima tendemos a focalizar la atención en temas nacionales antes que en los regionales y miramos hacia el exterior antes que a nuestras provincias; esto ha contribuido a la disociación existente entre la capital y las regiones. Pareciera que en Lima muchos siguen pensando como si alguna variación de la famosa frase atribuida a Abraham Valdelomar, “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert soy yo…”, pudiese tener algo de sentido. Pues no lo tiene, los conflictos regionales y las elecciones recientes nos lo han demostrado hasta el cansancio.

 

4. Kuczynski lo tiene clarísimo; hace nueve meses cambió el nombre de su partido de Alianza por el Gran Cambio, que reflejaba una vocación de aliarse con partidos nacionales, a Peruanos Por el Cambio – PPK, indicando que había decidido prescindir de esos partidos y erigirse él como la figura política alrededor de la cual se consolidarían las alianzas con los movimientos regionales. De hecho, su símbolo partidario –PPK– realza el peso específico del líder, el caudillo. Y la verdad es que para la mayoría de los peruanos, el voto del 2016 no reflejará una opción entre partidos, ideologías o planes de gobierno, sino una elección entre caudillos: Acuña, García, Keiko, PPK, Toledo…

 

5. Pero para ganar, los caudillos además de no despertar mucho “antis”, deberán presentar algunas propuestas que resulten atractivas para la mayoría de los peruanos. Deberán plantear proyectos concretos que permitan reducir las enormes brechas que separan a las regiones de Lima y de la media nacional. Por ejemplo, en el 2013 la mitad de las regiones tenían un PBI per cápita que no llegaba al 50% del registrado en Lima. Actualmente, viajar por el Perú es como viajar en el tiempo: el PBI per cápita de Apurímac hoy equivale al del Perú en 1950 y hay otras tres regiones con un PBI per cápita similar al del Perú de hace cincuenta años.

 

6. Solo se podrá corregir esta situación si enfrentamos las principales barreras que frenan el flujo de inversión privada hacia las regiones. No lo solucionaremos con programas asistencialistas y, menos aún, con promesas populistas. El reto de los líderes regionales es hablar claro y decirnos cómo van a promover la inversión y la generación de puestos de trabajo en el interior del Perú, donde viven dos tercios de los peruanos.

 

Publicado en diario Gestión, 19 de noviembre de 2015.

 

 

 

Las elecciones y de cómo votamos los peruanos

Carlos E. Paredes

1. Al analizar el voto de los peruanos en los últimos 35 años uno no puede menos que levantar la ceja… Ante la obligación de votar, pareciera que nos hemos acostumbrado a votar sin convicción y por el supuesto mal menor: Belaúnde en el 80 (frente al Apra tradicional y la izquierda radical), García en el 85 (frente a la izquierda marxista), Fujimori en el 90 (frente al temor que inspiraba Vargas Llosa y los liberales), Toledo en el 2001 (frente a “Alan Damián”), García en el 2006 (frente a un Humala chavista) y Humala en el 2011 (frente a un Fujimorismo que no terminaba de deslindar con los errores del pasado). Tal vez, la única vez que se votó con convicción fue en 1995, pero como bien sabemos la reelección de ese año produjo más corrupción y debilitó las instituciones del país.

 

2. Y en el pasado no solamente hemos votado repetidamente sin convicción y por el mal menor, sino que luego, al sentirnos defraudados por el candidato que habíamos elegido, en las siguientes elecciones procedimos a castigar inmisericordemente al partido de gobierno saliente (Acción Popular en 1985, Perú Posible en el 2006, el partido aprista en el 2011 y probablemente el nacionalismo en el 2016). La única vez que un gobierno saliente obtuvo una votación razonable fue el partido aprista en 1990 (22.5%). Paradójicamente, en aquella ocasión el partido saliente había sumido al país en la peor crisis de su historia en tiempos de paz.

 

3. Merece la pena resaltar las aplastantes derrotas sufridas por Perú Posible y el partido aprista en el 2006 y el 2011, respectivamente. ¿Cómo así estos dos partidos que tuvieron gestiones económicas relativamente exitosas sufrieron derrotas tan grandes en las urnas al final de sus respectivos periodos? ¿Acaso en el Perú se verifica un divorcio entre la economía y la política? Peor aún es lo que sucedió en el 2011. En el medio del boom económico más importante de nuestra historia reciente, cuando el modelo económico estaba rindiendo frutos, los peruanos votamos por la “opción anti sistema”: Ollanta Humala. Este breve recuento del voto político pareciera indicar que los peruanos no somos muy racionales al momento de votar.

 

4. Pero tal vez en el 2016 las cosas sean diferentes. En el pasado, hemos terminado votando por alguien que no queríamos en segunda vuelta (el supuesto mal menor), por no haber sabido votar bien en la primera vuelta; por no haber promovido la formación de coaliciones o alianzas en torno a programas y, en su lugar, haber escogido entre caudillos que se disputaban nuestro voto con promesas vacuas. En el 2016 necesitamos de un voto racional, de un electorado y unos medios de comunicación que exijan más seriedad a los candidatos y que sepan castigar las promesas demagógicas. Las ofertas populistas no tienen cabida en la realidad económica y social actual, la cual se presenta mucho más complicada que la prevaleciente en las elecciones del 2011.

 

5. Las cosas serán diferentes si y solo si los peruanos jugamos un rol más activo y crítico en el fortalecimiento de nuestra democracia y en la elección de nuestros gobernantes; si en vez de ser espectadores pasivos, nos convertimos en jugadores activos del proceso político. Los medios de comunicación, los líderes empresariales y los representantes de la sociedad civil debemos exigir seriedad y propuestas concretas a los que compiten por nuestro voto. No podemos seguir dejando la política a los políticos, ni permitir que los candidatos sigan basando sus campañas en promesas absurdas y populistas. El Perú no necesita de más vendedores de cebo de culebra, que ya hemos tenido suficientes.

 

Publicado en diario Gestión, 05 de noviembre de 2015.

 

 

 

 

¿Christine Lagarde o Segura-Velarde?

Carlos E. Paredes

1. Entre las muchas declaraciones que se hicieron durante las recientes reuniones anuales del Banco Mundial y del FMI en Lima, la efectuada por Christine Lagarde en el sentido que el crecimiento del Perú para el 2015 proyectado por el FMI era 2.4% fue una de las que causó mayor revuelo. “Ojalá me equivoqué” señaló Lagarde. A los peruanos también nos gustaría que se equivoque, pues necesitamos crecer más y acercarnos a nuestra tasa de crecimiento potencial que ahora algunos estiman entre  4 y 4.5% al año. Sin embargo, lo que nos guste no necesariamente es lo que ocurrirá.

 

2. Alonso Segura y Julio Velarde discrepan de la visión de Lagarde, ambos han señalado que este año el PBI crecerá en más de 3% y que el próximo año nos acercaremos a la tasa de crecimiento potencial (nuevamente, el FMI es menos optimista y proyecta un crecimiento de 3.3% para el 2016). Al respecto, el reciente anuncio del INEI indicando que el crecimiento de agosto solo fue de 2.6% muestra que alcanzar el 3% en el 2015 es poco probable. Durante los primeros 8 meses del año hemos crecido poco menos de 2.6%, por lo que alcanzar un crecimiento del 3% requeriría que en los últimos 4 meses del año crezcamos al 3.9%; difícil, en el actual contexto político y con un fenómeno el Niño que ya muestra sus primeras consecuencias negativas sobre la producción nacional.

 

3. Por otro lado, para que el vaticinio de Lagarde se cumpla, el crecimiento promedio de los últimos 4 meses del año tendría que bajar a 2.1%. Difícil también, al menos que el Niño nos golpee fuertemente, que la inversión pública no crezca como se proyectó y que no se produzcan los esperados incrementos en la producción minera. Aunque la magnitud del Fenómeno del Niño es una variable exógena, lo que hagamos para mitigar sus efectos sí es responsabilidad del gobierno, como también lo es cumplir con un mayor grado de ejecución de inversión pública. ¿Se está haciendo todo lo que se requiere? Desde fuera, analizando las cifras fiscales y en base a conversaciones con algunas autoridades políticas y empresarios de las regiones, pareciera que no.

 

4. Y en cuanto al esperado incremento en la producción y en la inversión minera, cabe preguntarse si las empresas del sector y el gobierno están haciendo todo lo que deben hacer para que la relación con las comunidades fluya adecuadamente y dentro del marco impuesto por la ley. Lo ocurrido recientemente en Apurímac con Las Bambas y el que Tía María haya entrado al congelador en Arequipa, son razones que podrían explicar el escepticismo de la ejecutiva del FMI.

5. La verdad es que no tiene mucho sentido poner tanto esfuerzo en analizar y pronosticar el PBI a corto plazo. Las estadísticas mensuales son muy imprecisas y sujetas a correcciones posteriores. Más bien, el debate macroeconómico de corto plazo debería centrarse en cómo vamos a corregir el embalse cambiario y la parálisis fiscal. Sin embargo, los esfuerzos del gobierno deberían enfocarse primordialmente en los retos de mediano y largo plazo.

 

6. Lo que debe hacer el gobierno saliente es continuar trabajando en el largo plazo, como lo viene haciendo en materia educativa, en algunos programas sociales bien focalizados, en el fomento de la diversificación productiva y en promover el diálogo con el sector privado. Tiene mucho por hacer en materia de destrabar proyectos de inversión pública y privada, evitando crear más barreras al crecimiento. No hay necesidad de hacer anuncios optimistas sobre el corto plazo; el corto plazo ya está jugado. Una dosis de realismo nos vendría bien a todos.

 

Publicado en diario Gestión, 22 de octubre de 2015.

 

 

 

 

Perú: economía y elecciones

Carlos E. Paredes

1. Visto desde afuera y desde una perspectiva de largo plazo, la performance económica del Perú ha sido extraordinaria. Y aún hoy, a pesar de la desaceleración económica y el creciente ruido político, la economía peruana sigue estando entre las que registra un mejor desempeño en la región. Sin embargo, esto no se condice con el estado de ánimo de los inversionistas, ni el de los millones de votantes que próximamente elegiremos a un nuevo gobierno.

 

2. Hace 25 años, tras haber perdido dos décadas en términos de crecimiento económico, estábamos inmersos en una hiperinflación, grupos terroristas controlaban amplias zonas del territorio nacional, y nos encontrábamos aislados de la comunidad financiera internacional. En contraposición, durante la última década fuimos el país de América Latina que registró el mayor crecimiento, la más fuerte reducción de la pobreza y la menor inflación, los movimientos terroristas fueron derrotados ya hace muchos años, y hoy –lejos de estar aislados financieramente– el Perú sirve de anfitrión a las reuniones anuales del FMI y  del Banco Mundial.

 

3. Un cuarto de siglo después, el Perú es otro. Es un país de oportunidades, en el que sus ciudadanos han dejado de migrar masivamente al exterior y a donde, más bien, llega un número importante de profesionales en búsqueda de oportunidades. Y lo mismo es válido para los flujos de capital: la fuga de capitales de los 80s fue reemplazada por un influjo masivo de divisas, que en varias ocasiones nos ha causado problemas con la apreciación del nuevo sol.

 

4. En abril del próximo año elegiremos a un nuevo gobierno. Recordemos que en el 2011, en el medio de un prolongado boom económico, los peruanos optamos por la “opción anti sistema”: Ollanta Humala. Difícil de entender, aún hoy en día. Si hace cinco años votamos como votamos, en esta nueva coyuntura en que los beneficios del modelo económico son menos tangibles y en que las perspectivas son mucho menos interesantes que en aquel entonces, ¿por quién nos inclinaremos al momento de votar de aquí a seis meses? ¿Será acaso una opción anti mercado o dirigista más atractiva que en el 2011? ¿O es que los magros resultados del gobierno de Humala servirán como una vacuna que nos proteja de nuevas aventuras setenteras?

 

5. Hay que reconocer que uno de los mayores logros de la administración Humala ha sido que no hizo lo que prometió que iba a hacer. Puede sonar irónico, pero no lo es; es la verdad. La desaceleración que enfrentamos es en gran parte “importada”; no se debe a lo que hizo el gobierno que se va, porque la verdad no hizo mucho, ni de malo ni de bueno. El problema reside en que necesitábamos de un gobierno que ejerciese un liderazgo claro, que nos guiara y diese confianza en un contexto de mayor incertidumbre mundial y de crecientes demandas sociales a nivel nacional.

 

6. Y eso es justamente a lo que aspiramos en el 2016. No necesitamos de candidatos con ofertas demagógicas o populistas. Los candidatos no pueden pretender ganar un mandato claro y legítimo si hacen lo que los políticos vienen haciendo hace años: engañarnos. Los candidatos podrían beneficiarse si dicen la verdad y asumen compromisos concretos: restaurar la seguridad interna, fomentar la inversión privada y la creación de puestos de trabajo formales, avanzar con la reforma política y fortalecer el proceso de descentralización, contribuyendo así a cerrar las brechas que separan a las provincias de la capital. ¡Busquen un mandato, no una silla presidencial que está muy devaluada!

 

Publicado en diario Gestión, 8 de octubre de 2015.

 

 

 

 

25 años de Gestión y de una nueva economía

Carlos E. Paredes

1. El 8 de agosto de 1990 se dio inicio a la estabilización macroeconómica del Perú. El “Fujishock” anunciado por el ministro Hurtado Miller ese día consistió en corregir una serie de distorsiones de precios que se habían acumulado durante los años anteriores, caracterizados por el desmanejo macroeconómico y una malsana intervención estatal en la economía. El ajuste de precios llevó a que la inflación ese mes bordease el 400% y a que la inflación acumulada de los últimos doce meses superase el 12,000%. Estas cifras marcan con dramatismo lo que fue el comienzo de un muy duro pero exitoso proceso de estabilización y reforma económica en nuestro país.

 

2. Y fue en este contexto que el 25 de setiembre de 1990 apareció Gestión como el primer diario de economía y negocios en el Perú. Su llegada al mercado fue muy oportuna, pues se trataba de un medio especializado en el seguimiento y análisis económico que nacía en un momento de transformación económica. La reforma implicó cambiar drásticamente la forma de hacer negocios en el Perú ya que, tras más de dos décadas de creciente y dañina intervención estatal, se volvió a implantar una economía de mercado en el país. La reducción del rol del Estado en la economía vino acompañada por la liberalización de los mercados de bienes y de factores de producción, así como de la reintegración del país a la comunidad financiera internacional.

 

3. Y aunque suene paradójico, la reducción en la intervención estatal vino acompañada por un Estado que volvió a cobrar impuestos, sobre todo directos, y a recaudar mucho más recursos que en el periodo estatista. La reforma tributaria y el fortalecimiento de la SUNAT fueron cruciales en asegurar el financiamiento requerido por un Estado que fue brindando cada vez más servicios a la población. El fortalecimiento de la independencia del BCR y la creación de organismos supervisores y/o reguladores necesarios para velar por el funcionamiento adecuado de los mercados también fue parte del progreso registrado en estos 25 años.

 

4. Durante este periodo, Gestión siguió de cerca nuestro progreso. En sus páginas leímos sobre la recreación de una economía de mercado cada vez más integrada a un mundo cada vez más globalizado; sobre la reconstrucción de nuestra infraestructura y también sobre las enormes brechas que todavía nos aquejan en este campo; sobre el dinamismo de la inversión privada y la aparición de nuevas actividades productivas, y sobre cómo millones de peruanos surgieron de la pobreza armados principalmente con un extraordinario espíritu emprendedor que les permitió explotar las oportunidades creadas por instituciones económicas “inclusivas” que se habían instituido en el Perú.

 

5. Sin duda, el progreso que hemos alcanzado en el último cuarto de siglo ha sido enorme y, es más,  no ha estado limitado a la esfera económica. Recordemos que en este periodo derrotamos a los grupos terroristas y se pacificó el país; y que también terminamos de delimitar las fronteras con nuestros vecinos. Estos logros son significativos y potencian la reforma económica. Pero como bien nos recuerdan los periodistas y articulistas de Gestión, todavía queda mucho por hacer, en particular en materia de reforma política y fortalecimiento institucional. Nuestras instituciones políticas no han avanzado a la par de nuestras instituciones económicas y se han convertido, más bien,  en un lastre para el desarrollo.

 

6. Creo que todos esperamos que Gestión nos siga acompañando por muchos años más, monitoreando y reportando sobre el progreso y alertándonos sobre la falta de avance y/o los posibles peligros que surjan en el futuro. ¡Muchos éxitos y felices 25 años!

 

Publicado en diario Gestión, 24 de setiembre de 2015.

 

 

 

 

¿El Niño extremo? No, la tormenta perfecta…

Carlos E. Paredes

1. “La tormenta perfecta” es el título de una película con George Clooney del año 2000. ¿La recuerda? La historia, basada en un hecho real, es la de unos pescadores del noreste de EE. UU. que sucumbieron en el mar al enfrentar “la tormenta del siglo”. El capitán y la tripulación, ante la posibilidad de perder su pesca debido a que el sistema de frío había dejado de funcionar, decidieron regresar a puerto y enfrentar la tormenta que se interponía entre ellos y la costa. Pero tomaron esta decisión sin conocer la colosal magnitud de la misma, la cual había multiplicado las fuerzas de dos grandes tormentas que se habían fusionado en un monstruoso fenómeno atmosférico: la tormenta perfecta.

 

2. En materia macroeconómica estamos navegando en un mar bastante picado, que parece embravecerse a medida que el tiempo pasa y se acercan las elecciones. Como bien señaló Carlos Parodi en su blog, al igual que en la referida película, anomalías provenientes de diferentes frentes están juntándose y potenciando las dificultades que debemos enfrentar.

3. El frente externo se caracteriza por la desaceleración de la economía mundial (en particular de la economía china); la caída en los precios de nuestros principales productos de exportación; la progresiva apreciación del dólar norteamericano frente a las otras monedas; y la inminente subida de tasa de interés en los Estados Unidos, que está propiciando la salida de capitales y la depreciación de nuestra moneda. En los últimos 30 meses hemos registrado un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos superior al 4% del PBI, mientras que la intervención del BCR ha frenado la necesaria corrección cambiaria y llevado a una cuantiosa pérdida de reservas internacionales.

 

4. En el frente interno, la desaceleración de la economía se está pronunciando y prolongando debido a la contracción de la inversión, mientras que la inflación se ubica por encima del rango meta del BCR, y la caída de la recaudación se refleja en un cada vez más alto déficit fiscal. De hecho, la semana pasada, el MEF incrementó su proyección de déficit fiscal estructural y ahora lo ubica en 3% del PBI para el bienio 2015-16.

 

5. Si a lo anterior le añadimos el creciente ruido generado por una clase política incompetente, la mayor incertidumbre ocasionada por las siguientes elecciones generales, el desbordamiento de protestas ante la pasividad de las autoridades, y la extendida inseguridad que afecta el diario vivir de los peruanos, no es difícil de entender que la inversión privada se contraiga y retroalimente la desaceleración de la economía. Y como si todo esto no fuese suficiente, ahora enfrentamos un importante riesgo de la naturaleza: un Fenómeno El Niño de alta intensidad.

 

6. ¿Qué hacer? ¡No actuar como capitán Billy Thyne (George Clooney) en la película! No podemos actuar sin considerar la magnitud de la tormenta que enfrentamos. Por un lado, el BCR no puede seguir defendiendo lo indefendible (un tipo de cambio muy bajo) y despilfarrando reservas internacionales. ¿Por qué frenar la corrección cambiaria que nos permitiría enfrentar mejor la tormenta externa? Por otro lado, el Ejecutivo no puede permanecer pasivo ante la parálisis en materia de inversión pública de los gobiernos sub nacionales. Y con respecto a los políticos, estos tienen que entender la gravedad de la situación, dejar de sembrar bombas de tiempo desde el Congreso y evitar prometer sandeces en la justa electoral. ¡Actúen responsablemente! ¿Y el presidente Humala? Bueno, señor presidente, acuérdese que le toca gobernar hasta el 27 de julio del 2016…

 

Publicado en diario Gestión, 10 de agosto de 2015.

 

 

 

 

El tipo de cambio y el BCR

Carlos E. Paredes

1. Muchos estiman que en setiembre el tipo de cambio romperá la barrera de 3.40 soles por dólar (lo cual, por cierto, no demuestra gran audacia pues en lo que va de agosto el sol se ha depreciado más de 3%, una caída de más de 10 centavos de sol por dólar). ¿Cuánto más se depreciará el sol? ¿Qué puede o debe hacer el Banco Central?

 

2. Repasemos la historia cambiaria reciente, es útil para este análisis. Tras la explosión de la crisis financiera internacional en el 2008 y pese a la fuerte intervención del BCR, el tipo de cambio llegó a su nivel más alto en febrero de 2009 (3.25 soles por dólar). Desde entonces el sol se apreció paulatinamente, reflejando el regreso a la “normalidad”. Para fines del 2012 el tipo de cambio había caído a 2.55 soles, pero el súper ciclo de los commodities también había llegado a su fin.

 

3. El contexto internacional post 2012 es consistente con una depreciación del sol. Entre diciembre de ese año y agosto del 2014 el sol se depreció en 11% y en los 12 meses siguientes la depreciación alcanzó un 15% adicional, en parte influenciada por la decisión de la Reserva Federal de terminar con su estímulo monetario y subir sus tasas de interés. Sin duda, durante los próximos meses el tipo de cambio estará más influenciado por reacomodos de portafolio que por flujos comerciales internacionales.

 

4. ¿Puede el sol seguir depreciándose? Sí, pese a los esfuerzos del BCR de contener dicha depreciación. Desde comienzos del 2013, las intervenciones cambiarias del BCR han llevado a que su “posición de cambio” (un concepto de liquidez internacional más exigente y transparente que el de las reservas internacionales) caiga en más de US$ 18,000 millones (una caída de 40%). Es más, la contracción de nuestra liquidez internacional se acentuó en el 2015: al 15 de agosto la pérdida acumulada superaba los US$ 7,800 millones (37% mayor a la pérdida registrada durante todo el 2014). La situación es claramente insostenible.

 

5. ¿Qué es lo que resulta insostenible? La pérdida continua de liquidez internacional para defender el tipo de cambio. El BCR no puede seguir tratando de combatir la inflación (o la depreciación del tipo de cambio) a la vez que busca reavivar la demanda interna. Ya intentó combatir la desaceleración reduciendo su tasa de referencia, pero esto condujo a presiones sobre el tipo de cambio (y sobre la inflación) y, luego a fin de frenar la depreciación, sacrificó más de US$ 18,000 millones. Ya no lo puede seguir haciendo.

 

6. Al BCR no le queda sino aceptar que el tipo de cambio de equilibrio es mayor al que viene defendiendo. Es razonable que el sol se deprecie aún más en el corto plazo, impulsado en gran parte por las tendencias alcistas del dólar en mercados monetarios internacionales. A fin de dar señales claras y calmar el mercado, deberá subir su tasa de interés de referencia. No es lo uno o lo otro. La combinación de depreciación inicial e incremento en la tasa de interés por la que opte el BCR reflejará su lectura de los “trade-offs” involucrados y su capacidad de reconocer los límites de la política monetaria.

 

7. En mi opinión, el BCR debe transmitir con claridad el final de su “estímulo monetario”, subiendo su tasa de interés en no menos de 75-100 puntos base (acordémonos que su tasa es negativa en términos reales) y dejando que el mercado cambiario reaccione sin que el BCR pierda más dólares. Si la política es bien ejecutada, tras un salto cambiario inicial probablemente se termine con la depreciación de la moneda y la sangría de reservas. Sin duda, la fiesta se acabó y esto es una mala noticia, pero no reconocerlo es aún peor.

 

Publicado en diario Gestión, 27 de agosto de 2015.

 

 

 

 

¿Wait and see?

Carlos E. Paredes

1. En un reciente y excelente artículo, “Hambre hoy, pan para mañana”, Julio Luque señala que la desaceleración económica, unida a la sensación de desorden y desgobierno, “ha provocado la suspensión o cancelación de innumerables proyectos. Austeridad y prudencia son las nuevas consignas. No hay que tomar riesgos. Esperemos a ver quién gana el 2016.” La estrategia empresarial imperante sería el “wait and see” (esperemos y veamos qué pasa). Según el conocido consultor y director de empresas, “si bien esta actitud puede parecer intuitivamente correcta, es en realidad profundamente irracional.”

 

2. Para ilustrar su punto, Luque hace una analogía con una empresa agrícola que este año enfrenta una cosecha menor a la que había previsto y, ante la imposibilidad de cumplir con sus metas presupuestales, decide reducir sus gastos, sembrando menos para el próximo año. “Es absurdo”, señala el autor, “lo único seguro cuando se toman este tipo de decisiones es que las cosechas de los años venideros serán mediocres también.”

 

3. La lógica de Luque es irrebatible y puede ser válida para evaluar decisiones de marketing, pero no creo que la analogía planteada sea muy útil para analizar la mayoría de decisiones de inversión de los empresarios, ni para entender el ciclo económico del país. Recordemos que el componente más volátil de la demanda es la inversión y que son los cambios en la inversión privada los que marcan la pauta del ciclo económico. Identificar adecuadamente sus determinantes es, pues, un requisito para proyectar la marcha de la economía y para formular debidamente la política macroeconómica del país.

 

4. El artículo bajo análisis hace referencia -y tal vez no presta suficiente atención- a la irracionalidad que parece caracterizar algunas decisiones de inversión. De hecho, el factor emocional (esencialmente distinto al análisis racional), el “gut feeling” (intuición, presentimiento o instinto) o los “espíritus animales” de los que nos hablaba John Maynard Keynes, explican parte importante del comportamiento de los inversionistas. Descalificar el proceder de los inversionistas porque el mismo no responde totalmente a un análisis frío y racional sería un error. Las decisiones de inversión se toman bajo incertidumbre y, en muchos casos, la rentabilidad de las mismas dependen de las decisiones simultáneas de muchas otros agentes económicos. Por ende, anticipar qué harán los demás resulta crucial, y en esto los espíritus animales de los inversionistas juegan un rol protagónico.

 

5. En un libro reciente titulado “Espíritus Animales”, los profesores George Akerlof y Robert Shiller, ambos premios Nobel en economía, identifican cinco espíritus animales -la confianza, la justicia, la corrupción, la ilusión monetaria y las historias de la tradición oral- y explican la manera en que éstos afectan las decisiones de los agentes económicos. En el caso peruano, la confianza o, más bien, la falta de ella puede explicar parte importante de la actual desaceleración de la economía. Y faltando menos de nueve meses para las elecciones generales, es difícil pensar que se pueda producir un shock de confianza que ayude a revertir la desaceleración.

 

6. En abril de 2016 nos volvemos a jugar todo en las elecciones generales; así de ridículo es nuestro sistema político. En este contexto, el “wait and see” no solo resulta ser una conducta intuitivamente correcta, sino una conducta esperable. Es más, debemos entender que se trata de un comportamiento repetido y sub óptimo al que nos induce un sistema de reglas políticas inadecuado que debe ser reformado.

 

Publicado en diario Gestión, 13 de agosto de 2015.

 

 

 

 

Pobreza, programas sociales e inversión

Carlos E. Paredes

1. El crecimiento económico registrado en el Perú durante el súper ciclo de los commodities no solo fue alto y sostenido, sino también fue “pro-pobre”. En efecto, los más pobres vieron incrementar sus niveles de gasto en mayor proporción que los más ricos. Por ejemplo, entre el 2009 y el 2013, el aumento del gasto del 30% más pobre de la población fue 3.1 veces el crecimiento del gasto del 30% más rico. En forma similar, la reducción en el valor del coeficiente Gini indica que la distribución del ingreso se hizo menos inequitativa durante estos años.

 

2. Y aunque el Perú sigue siendo un país muy desigual, somos menos inequitativos que algunos de nuestros vecinos. “Mal de muchos, consuelo de tontos” podrían argüir los críticos y señalar que al ser América Latina una de las regiones más desiguales del mundo, el que seamos menos desiguales que nuestros vecinos no dice mucho. Es un punto válido, pero negar nuestro progreso en este campo también es absurdo.

 

3. Centremos la atención en la dimensión regional de esta problemática, pues las disparidades son muy grandes. En el 2012 el PBI per cápita de regiones como Amazonas, Ayacucho, Cajamarca, Huancavelica, Puno y San Martín representaba menos de un tercio del PBI per cápita de Lima, mientras que el de Apurímac y Huánuco apenas superaba el 20% del valor de Lima. Por otro lado, según el último reporte sobre pobreza del INEI, la regiones con mayor nivel de pobreza son (por orden alfabético): Amazonas, Ayacucho, Cajamarca y Huancavelica. En ellas, aproximadamente la mitad de la población era pobre en el 2014.

 

4. Pero, nuevamente, las cifras disponibles indican que la pobreza se ha reducido en la mayoría de las regiones y que su posición relativa a Lima (tanto en producción per cápita como en ingresos provenientes del trabajo) ha venido mejorando. Sin embargo, las diferencias son aún enormes y en algunas regiones, como Cajamarca y Huancavelica en la sierra, y como Loreto y Ucayali en la selva, las cifras del PBI regional per cápita indican que la distancia con respecto a Lima no se han acortado, sino que podría estar ampliándose.

 

5. La diferencia relativa entre el producto per cápita de Moquegua (la región con el PBI per cápita más alto del país) y el de Apurímac es similar a la existente entre el PBI per cápita de los Estados Unidos y el del Perú. Nuestro gran reto es lograr que Apurímac, Cajamarca y Huancavelica se acerquen a los niveles de ingreso de Lima y Moquegua, mas no andar en la dirección contraria. Las regiones del interior del Perú necesitan atraer flujos de inversión significativos para poder crecer y cerrar la gran brecha que las separa de Lima.

 

6. Para lograr esto se debe enfrentar las principales barreras que frenan la inversión privada en las regiones del interior, tales como: infraestructura vial deficiente, recurso humano poco calificado, fallas de coordinación entre el sector público y privado, trabas burocráticas, falta de seguridad y atomización de la propiedad de la tierra.

 

7. En forma contraria a lo que podría inferirse de la lectura rápida del último informe del INEI sobre la pobreza en el Perú, erradicar esta última no se logra incrementando las transferencias monetarias a (Juntos, Pensión 65 y Bono Gas), sino enfrentando las barreras que frenan la inversión y la generación de puestos de trabajo, sobre todo en las regiones más pobres del Perú. Los programas sociales asistencialistas cumplen un rol paliativo, son importantes para la estabilidad social en el corto plazo, pero no resuelven el problema de fondo…

 

Publicado en diario Gestión, 30 de julio de 2015.

 

 

 

 

Confianza e inversión

Carlos E. Paredes

1. La confianza es un factor central detrás del dinamismo de la inversión privada y del círculo virtuoso inversión-empleo-crecimiento-consumo-inversión… La confianza se define como la “esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada.” Un mayor grado de confianza viene asociado a menor incertidumbre y, probablemente, a una menor percepción de riesgo. De hecho, la incertidumbre es equivalente a “falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo…”.

 

2. Con respecto al riesgo, usualmente éste se define como la probabilidad de que algo malo ocurra, mientras que la incertidumbre se refiere a nuestro desconocimiento de lo que pueda ocurrir. Son conceptos relacionados pero distintos. En cualquier caso, lo cierto es que mayor riesgo implica menor inversión y que a más incertidumbre o a menor confianza también es esperable que la inversión disminuya. Existen shocks exógenos que pueden incrementar el grado de incertidumbre y la percepción de riesgo, como las malas noticias que vienen saliendo de China o la posible ocurrencia de un Fenómeno El Niño de alta intensidad.

 

3. Sin duda los shocks externos de los últimos años han reducido la rentabilidad esperada de muchos proyectos y aumentado la incertidumbre bajo la cual tienen que tomar decisiones los inversionistas. Ambos factores han contribuido a la desaceleración de la inversión y del crecimiento económico en el Perú, pero no explican toda la película.

 

4. Es necesario analizar también el grado de confianza que caracteriza a los agentes económicos en el Perú, al margen de los shocks exógenos a los que siempre estaremos expuestos. Para este fin resulta útil ver las encuestas que viene realizando la empresa Apoyo (ahora Ipsos Perú) desde el año 1989. La pregunta de la encuesta es sencilla: “En general, ¿diría que confía o no confía en las siguientes instituciones?” Pareciera que en el Perú no hay mucha confianza: en el 2014 solo el 25% de las 32 instituciones consideradas en la encuesta gozaban de la confianza de más del 50% de la población: RENIEC, Iglesia Católica, Fuerzas Armadas, ONPE, JNE, Radio, TV y BCR.

 

5. En contraposición a los punteros en la tabla de confianza, las cuatro instituciones que gozan de menor credibilidad entre los peruanos (menos del 20% de ellos confía en ellas) justamente son aquellas clave para el desarrollo económico y el clima de inversión en el país: el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial, los partidos políticos y el Congreso. Los peruanos no confiamos en las instituciones que ejercen el poder político en el Perú, en aquellas que crean o modifican las reglas del juego que condicionan el actuar de las personas y las empresas en el país, en las que deberían hacer prevalecer el orden y la justicia, o en esas que supuestamente nos representan.

 

6. No confiamos en las instituciones clave y al no confiar en ellas no puede prevalecer un clima de confianza en el país. Más bien, reina la desconfianza, lo que incrementa los costos de transacción y dificulta hacer negocios e invertir en el Perú. Este no es un problema reciente -hace décadas que no confiamos- pero lo preocupante es el deterioro progresivo en la confianza que se observa en los últimos años para el caso de los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el  Legislativo y el Judicial. Y la confianza no se pierde gratuitamente, refleja nuestra repetida frustración con estas instituciones. Reformar, modernizar y fortalecer nuestras instituciones políticas contribuirá a dinamizar estructuralmente la inversión. Claro, siempre podemos prender unas velitas…

 

Publicado en diario Gestión, 16 de julio de 2015.