Un ATM en Panchia
Por : Nelson Torres – Investigador del Instituto del Perú
En un reciente trabajo de consultoría, tuve la oportunidad de viajar a Jaén y San Ignacio. He ido varias veces a ambas ciudades y visitado algunos de los pueblos cercanos. La primera vez que estuve en Jaén fue el año 2005. Visité San Ignacio recién el año 2010. Cada vez que he ido, el cambio es perceptible. La última vez que estuve por ambas ciudades fue el año 2019 y, a pesar de la Pandemia en medio del camino, en esta visita pude comprobar que ambas ciudades han seguido desarrollándose.
Jaén era una pequeña ciudad la primera vez que fui. Quizás un par de hoteles con condiciones para el turismo y muy pocos restaurantes donde ir. Hoy es una ciudad llena de hoteles, algunos bastante buenos. Las opciones para comer se han multiplicado y uno encuentra cafeterías que perfectamente encajarían en Miraflores o Barranco. El tráfico se ha vuelto caótico y los índices de delincuencia preocupan a sus pobladores. La publicidad de proyectos de vivienda es apabullante, y pareciera ser que la población crece exponencialmente.
San Ignacio sigue siendo una ciudad más chica, pero tiene un dinamismo que contrasta con la apacible ciudad que recuerdo de mis primeras visitas. Siendo zona de origen de muy buen café, hay múltiples cafeterías. En una de ellas encontramos, además de buen café, buenas cervezas artesanales que venían desde Villa Rica, en el centro del país.
Seguro podría escribir mucho sobre los cambios que observé en ambas ciudades. Buena comida y buen café en ambas. Mucho ladrillo, autos y mototaxis también. Pero quiero escribir sobre lo que más me sorprendió durante los más de 10 días que estuve por allá.
Como parte del trabajo que tuvimos que desarrollar, realizamos talleres en centros poblados de las provincias de San Ignacio, Jaén y Huancabamba. Entre las sedes de los talleres se encontraba Panchia.
Panchia, un centro poblado del distrito de Tabaconas, fue una grata sorpresa en el camino (San Miguel del Faique en Huancabamba, otra). Fue tortuoso llegar. Tras abandonar la carretera que une Jaén con San Ignacio y va hacia Ecuador, seguimos por una carretera bicapa que luego nos llevó hasta Sondor en la provincia de Huancabamba. Panchia se encontraba a mitad del camino, en una hermosa zona cafetalera.
Un primer aspecto por resaltar es el deterioro salvaje de la bicapa en la región Cajamarca. Resultaba más cómodo viajar en aquellos tramos donde había desaparecido por completo. Al ingresar a la región Piura, la situación cambió. La bicapa se transformó en una carretera cómoda, con algunas zonas deterioradas por deslizamientos, pero en general en muy buen estado. Desconozco si los responsables del mantenimiento de las mismas son los gobiernos regionales o el nacional. Pero la diferencia entre ambos tramos, en una misma carretera, es abismal. Pasar de una región a otra era como cambiar de país….
noviembre 2022
Para descargar el documento, por favor de clic en el siguiente enlace: