Inversión vs. migración
Carlos E. Paredes
1. El Perú fue la estrella económica de América Latina en la primera década del siglo XXI. En este periodo, la inversión -la acumulación de capital- llevó a que el PBI per cápita registrase un crecimiento del 42%. Este crecimiento se tradujo en una mayor generación de empleo y, consecuentemente, en una reducción significativa de la pobreza, la que disminuyó de 55% en el 2000 a 31% en el 2010. Este avance permitió sacar de la pobreza a más de cinco millones de peruanos. Nunca antes se había registrado un periodo en la historia del Perú en que el ingreso se incrementase a tal velocidad, ni en el que la pobreza se redujese tanto y en un plazo tan corto.
2. Revisemos la lógica del éxito económico: la inversión alta y sostenida genera cientos de miles de puestos de trabajo al año y altas tasas de crecimiento económico, lo que permite reducir la pobreza. Asimismo, los crecientes ingresos fiscales que acompañan al proceso permiten financiar programas sociales que, si son bien focalizados, extienden los beneficios del crecimiento a los grupos poblacionales vulnerables y en situación de extrema pobreza. Claramente, el reto es fomentar una rápida y permanente acumulación de capital.
3. Para enfrentar este reto es indispensable entender la lógica de la acumulación de capital, la cual ha sido ampliamente estudiada por los economistas desde el siglo XVIII. Los diversos tratados al respecto enfatizan que el capital se reproduce constantemente y que fluye hacia las actividades y los países que le ofrecen mejores condiciones para su reproducción; van allí donde su productividad, y, por lo tanto, su rentabilidad, es mayor. Por ejemplo, la obra central de Marx, “El Capital” -poco leída y, menos aún, entendida, por muchos políticos marxistas-, explica claramente esta dinámica.
Si queremos atraer capital a nuestro país (sea nacional o extranjero, pues la lógica del capital no tiene nacionalidad), tenemos que asegurar buenas condiciones para su reproducción y crecimiento. Pareciera un argumento biológico; es simple e intuitivo, como muchas de las leyes naturales.
4. Grandes economistas predijeron que el capital fluiría inexorablemente hacia los países pobres, escasos en capital, pues en estos su productividad –y rentabilidad- es mayor (reflejando su escasez relativa). Anticiparon que los movimientos de capital beneficiarían a los pobladores de los países más pobres, ya que tendrían un efecto inmediato en la productividad y en los ingresos de los mismos. Sin embargo, se puso demasiado énfasis en la “rentabilidad esperada”, relegando la importancia del “riesgo percibido” por los capitalistas.
5. Y este factor -el riesgo-, ausente en muchos de los tratados clásicos sobre el tema, es la razón principal por la cual no se han cumplido los pronósticos de aquellos que predecían grandes flujos de capital hacia los países menos desarrollados y una reducción en la brecha entre estos y el mundo industrializado. Lo que sí no anticiparon muchos economistas es que ante los insuficientes flujos de capital, lo que cobraría relevancia serían los flujos de trabajadores del mundo subcapitalizado hacia los países desarrollados. En efecto, el trabajo fluye en búsqueda del capital. En nuestro caso, cerca de 250,000 peruanos migran cada año, buscando mejores oportunidades en el exterior. Y no es que esto sea malo; se imagina usted cómo estaríamos con un cuarto de millón de personas más por año a las cuales no les podemos dar trabajo o con US$ 2,500 millones menos en remesas. Sin embargo, ya es hora de dejar de exportar tantos trabajadores, e importar más puestos de trabajo. Esto solo se logrará atrayendo más inversiones, para lo cual debemos ser percibidos como menos riesgosos.
Publicado en diario Gestión, 2 de febrero de 2012.