Inversión en agua y saneamiento como respuesta a la exclusión en el Perú
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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
Septiembre, 2010
Hernán Garrido-Lecca
En el Perú, el Programa Agua para Todos (PAPT) fue diseñado y lanzado como una iniciativa política durante la campaña presidencial del año 2006 por el entonces candidato Alan García. Aunque aún es prematuro hablar de una evaluación del impacto de este programa, este trabajo analiza su gestación y puesta en marcha, identifica algunos problemas del mismo y propone, a partir de la experiencia en su ejecución a la fecha, algunos lineamientos de políticas públicas para el sector agua potable y saneamiento en el Perú durante los próximos años.
El estudio reivindica la concepción del PAPT no como un simple programa de ampliación de cobertura de servicios de agua potable y saneamiento sino como un ejemplo de lo que propone llamar “enfoque de costos” en la lucha contra la pobreza extrema o indigencia. Así, luego de discutir el fenómeno de la indigencia como un problema de exclusión, un fenómeno distinto en su naturaleza al de la pobreza (la pobreza extrema es un fenómeno meta-mercado en esta perspectiva), se plantea la intervención estatal como la única forma posible de confrontarla. En adición a lo que se conoce como transferencias condicionadas en efectivo (“enfoque de demanda”), se desarrolla el concepto de realizar intervenciones, por una sola vez, para reducir lo que el trabajo llama costos inevitables para, así, liberar flujo de caja familiar e incrementar el ingreso disponible para la satisfacción de necesidades básicas, generar eventualmente un nivel mínimo de ahorro y alcanzar niveles de pobreza que ya implican la inclusión en el mercado.
El gobierno del Presidente Alan García adoptó el enfoque de costos para redefinir sus programas sociales reduciendo el número de éstos de 82 a 26. La Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) muestra que el índice de pobreza en el año 2005 era 48,7% y el de pobreza extrema de 17,4%. Aunque no nos es posible aquí establecer una relación causa-efecto entre el cambio de enfoque y los resultados observados, resulta no menos que interesante señalar que a fines del 2009, el índice de pobreza en el Perú se había reducido a 34,8% y el de pobreza extrema a 11,5%. Con estas cifras, se estaría demostrando que la resistencia (resiliencia) que se había observado en los índices de pobreza extrema, a pesar del crecimiento económico de casi dos décadas, habría empezado a ceder, quizás, como resultado de políticas sociales mejor diseñadas. Obviamente, ésta es hoy por hoy tan sólo una hipótesis de trabajo que requiere investigación adicional.